Federico García Lorca -Oda al gato-
Los animales fueron
imperfectos, largos de cola, tristes
de cabeza.Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares,
gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso
:nació completamente
terminado,
camina solo y sabe lo que
quiere.
El hombre quiere ser
pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener
alas,
el perro es un león
desorientado,
el ingeniero quiere ser
poeta,
la mosca estudia para
golondrina,
el poeta trata de imitar la
mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a
rata viva, desde la noche hasta sus
ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flortal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elás}ica línea en su
contorno girme y sutil es como
la línea de la proa de una
nave.
Sus ojos amarillos dejaron una sola
ranura
para echar las monedas
de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón,
nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del
gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y
perteneces al habitante menos
misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas, discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su
archipiélago,
el mar y la ciudad
incalculable,
la botánica, el gineceo con sus
extravíos, el por y el menos de la
matemática,
los embudos volcánicos
del mundo,
la cáscara irreal del
cocodrilo, la bondad ignorada del
bombero, el atavismo azul del
sacerdote,
pero no puedo descifrar un
gato.
Mi razón resbaló en su
indiferencia,
sus ojos tienen números
de oro.
Jacques Prévert -El gato y el pájaro-
Un pueblo escucha desolado
el canto de un pájaro herido.
Es el único pájaro del pueblo
y es el único gato del pueblo
que lo ha devorado a medias.
Y el pájaro cesa de cantar
el gato cesa de ronronear
y de relamerse el hocico.
Y el pueblo le hace al pájaro
maravillosos funerales.
Y el gato que está invitado
marcha detrás del pequeño ataúd de paja
donde el pájaro muerto está estirado
llevado por una niñita
que no deja de llorar.
Si hubiera sabido que eso te daba tanta pena,
le dice el gato,
me lo hubiera comido del todo
y después te hubiera contado
que lo había visto volarse
volarse hasta el fin del mundo
allá donde es tan lejos
que nunca se vuelve.
Tu hubieras tenido menos pena
Simplemente tristeza y aflicción
Nunca hay que hacer las cosas a medias.
Pablo Neruda -Oda al gato-
Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.
Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.
Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.
Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.
Charles Baudelaire -El gato-
Ven, bello, gato, a mi amoroso pecho:
Retén las uñas de tu pata,
Y deja que me hunda en tus ojos hermosos
Mezcla de ágata y metal
Mientras mis dedos peinan suavemente
Tu cabeza y tu lomo elástico,
Mientras mi mano de placer se embriaga
Al palpar tu cuerpo eléctrico,
A mi señora creo ver.
Su mirada Como la tuya, amable bestia,
Profunda y fría, hiere cual dardo,
Y, de los pies a la cabeza,
Un sutil aire, un peligroso aroma,
Bogan en torno a su tostado cuerpo.
Las Flores del mal
Charles Baudelaire -Poemas sobre gatos-
Charles Baudelaire (Francia, 1821 – 1867)
El Gato
Ven, mi hermoso gato, cabe mi corazón amoroso;
retén las garras de tu pata,
y déjame sumergir en tus bellos ojos,
mezclados de metal y de ágata.
Cuando mis dedos acarician complacidos
tu cabeza y tu lomo elástico,
y mi mano se embriaga con el placer
de palpar tu cuerpo eléctrico,
veo a mi mujer en espíritu. Su mirada,
como la tuya, amable bestia,
profunda y fría, corta y hiende como un dardo,
y, de los pies hasta la cabeza,
un aire sutil, un peligroso perfume,
flotan alrededor de su cuerpo moreno.
El Gato (I)
A tal punto su timbre es tierno y discreto;
pero, aunque, su voz se suavice o gruña,
ella es siempre rica y profunda :
allí está su encanto y su secreto.
Esta voz, que brota y que filtra,
en mi fondo más tenebroso,
me colma cual un verso cadencioso
y me regocija como un filtro.
Ella adormece los más crueles males
y contiene todos los éxtasis;
para decir las más largas frases,
ella no necesita de palabras.
No, no hay arco que muerda
sobre mi corazón, perfecto instrumento,
y haga más noblemente
cantar su más vibrante cuerda.
Que tu voz, gato misterioso,
gato seráfico, gato extraño,
en que todo es, cual en un ángel,
¡Tan sutil como armonioso
El gato (II)
De su piel blonda y oscura
brota un perfume tan dulce, que una noche
yo quedé embalsamado, por haberlo
acariciado una vez, nada más que una.
Es el espíritu familiar del lugar;
él juzga, él preside, él inspira
todas las cosas en su imperio;
¿No será un hada, Dios?
Cuando mis ojos, hacia este gato amado
atraídos como por un imán,
se vuelven dócilmente
y me contemplo a mí mismo,
veo con asombro
el fuego en sus pupilas pálidas,
claros fanales, vívidos ópalos,
que me contemplan fijamente.
Los gatos
Los amantes fervorosos y los sabios austeros
gustan por igual, en su madurez,
de los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.
amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,
buscan el silencio y el horror de las tinieblas;
el Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres,
si hubieran podido ante la esclavitud inclinar su arrogancia.
Adoptan al soñar las nobles actitudes
de las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades,
que parecen dormirse en un sueño sin fin;
sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas,
y fragmentos de oro, cual arenas finas,
chispean vagamente en sus místicas pupilas.
El gato Pangur -Versión Marià Manent
Pangur, mi gato blanco
tiene un arte y yo poseo el mio.
Para cazar ratones el aguza su ingenio,
yo lo aguzo en mi oficio
A la fama prefiero este sosiego
y el estudio del librito;
pero el blanco Pangur no se muestra envidioso:
retoza como un niño.
Cuando en casa estamos los dos solos,
es una linda historia:
cada cual tiene juegos que no acaban,
algo que nos une.
A veces un ratón muy valeroso
en sus redes se prende;
yo recojo en las mías
alguna ley incierta.
El no aparta sus ojos encendidos
del muro que nos guarda,
y yo fijo los mios, azules, pero débiles,
en la ciencia afilada.
Da brincos de alborozo
cuando un ratón se queda entre sus uñas finas,
y también yo me alegro
si aclaro alguna ley venerada y difícil.
Aunque jugamos siempre
ninguno la labor del otro impide:
cada cual con su arte
y solo en sus delicias.
Javier Campos -Los gatos-
Castrados, los gatos recorren el universo de la casa,
escondidos durante las más insólitas horas del día
duermen casi sonámbulos de los fríos traicioneros
a sus oídos -verdaderos radares peludos- llegan lejanos ruidos
del misterioso universo, voces imperceptibles,
quizás señales de otras estrellas
a veces uno de ellos sale a recorrer esta galaxia de muebles,
ventanas melancólicas, plantas neuróticas,
libros descansando como sapos, ropas aburridas
durmiendo sobre una silla,
o se pasean como fantasmas alrededor de un cuerpo
que abraza a otro cuerpo
huele curioso la piel de esos dos amantes ardientes
como si descubriera que las estrellas también
tienen perfumes deliciosos
para sus narices refinadas y poderosas
y sigue su marcha de elefante diminuto, peludo,
feliz de ver otro día más de sus siete vidas,
se encarama como una pluma sobre la ventana
donde está el sol
y allí se solaza, se restriega contra el cristal
como si hubiera dado al fin con la bella arena caliente
de la luna
el otro; su amigo, su amante, su compañero, su conocido
-con los gatos nunca se sabe-
que aún sigue durmiendo,
se mueve en el sofá suave y presiente en su sueño apacible
una catástrofe gatuna:
que su amante, amigo, compañero, conocido,
no está a su lado;
entonces como nunca siente el frío helado de la madrugada,
cual ordinario gato abandonado
y abrazado a sus sueños tenebrosos, negros,
sale como un rayo en busca del desaparecido
recorre aullando con dolor de animal herido
tal si hubiera recibido la bala de algún cazador insensible
o el tormento del más cruel torturador
y va por la galaxia desolado, loco, deprimido,
esquiva como un rayo las rocas que pasan veloces sobre su cabeza,
aerolitos como bombas atómicas pueden hacerlo polvo,
la radiación mortal de universo lo dejaría peor que gato mojado,
casi lo enceguece la luz del sol, pero el gato tiene
un sofisticado sistema que distingue la mala luz
de la buena luz
escudriña, y logra ver entre tanta oscuridad que lo acecha
a un ratón escondido, sudando el bichito de ser devorado
pero sigue caminando (el hambre no le preocupa)
entre medio de otros planetas,
pasa por debajo de los astros, las estrellas y las galaxias,
se mete silencioso entre las llamas del sol y sale de allí
casi chamuscado, sudando,
y su hermoso pelaje oliendo a quemado;
y cuando llega por fin a la ventana
y ve a su amigo, su compañero, su amante o su conocido,
tan indiferente, recostado panza arriba,
gozando satisfecho la maravillosa luz de la madrugada,
lo acaricia, lo muerde, lo lame, lo huele, lo despierta;
y el otro, sorprendido:
lo acaricia, lo muerde, lo lame, lo huele y lo besa.
Javier Campos
Este poema obtuvo el Primer premio -categoría poema largo- en el Concurso Internacional “Juan Rulfo” 2002 de Radio Francia Internacional, y Radio H.J.C.K de Colombia.
Gioconda Belli -Como gata boca arriba-
Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lágrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)
Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.
No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.
Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.
Gino Paoli -La gatta-
C’era una volta una gatta
che aveva una macchia nera sul muso
e una vecchia soffitta vicino al mare
con una finestra a un passo dal cielo blu
Se la chitarra suonavo
la gatta faceva le fusa
ed una stellina scendeva vicina
poi mi sorrideva e se ne tornava su.
Ora non abito più là
tutto è cambiato, non abito più là
ho una casa bellissima
bellissima come vuoi tu.
Ma ho ripensato a una gatta
che aveva una macchia nera sul muso
a una vecchia soffitta vicino al mare
con una stellina che ora non vedo più.
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